La pérdida auditiva bilateral leve se caracteriza por un umbral tonal promedio entre 20 y 40 dB en ambos oídos. Estudios recientes demuestran que aproximadamente un 0,05 % de los recién nacidos presenta este grado de hipoacusia (Sabbagh et al., 2021), mientras que entre los niños en edad escolar el porcentaje aumenta hasta el 9,2 % (Wang et al. 2019).

Los métodos de screening auditivo neonatal pueden no detectar pérdidas auditivas leves en bebés, así como tampoco permiten detectar problemas auditivos progresivos o de aparición tardía. En estos casos, los niños evolucionan sin retrasos aparentes en el habla o el lenguaje en la edad preescolar.

Cuando se detecta una pérdida auditiva leve en un bebé se suelen realizar múltiples exámenes para confirmar el diagnóstico con el consiguiente tiempo de espera entre las citas. Esto demora considerablemente el momento en que se adaptan los audífonos, cuando lo ideal es que, transcurrido un mes de la identificación de la hipoacusia, el bebé utilice ya sus audífonos de modo regular. Las pérdidas auditivas más severas se identifican con más facilidad por ser más evidentes.

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